Discurso pronunciado Por
Adalberto de Jesús González Peña, al momento de recibir el título de licenciado
en Ciencias Sociales y Económicas, otorgado por la Universidad del Atlántico,
el 22 de diciembre de 1995
Secretaria Académica: Mónica
Maldonado; Decano de la Facultad de educación: Ángel Mancilla; Secretaria de la
Facultad de educación: Ada Rosania; Vicerrector de estudiantes: Lic.: Fernando
Charris Almarales; Coordinador del Programa de Sociales: Lic.: Jaime Álvarez y
licenciados Daniel Cáceres y Alirio Pérez
REALIDAD SOCIAL Y NUESTRA
MISION COMO DOCENTES
Cuando nos
hallamos en las postrimerías de un siglo XX que abunda en grandes
acontecimientos, sobretodo de guerras y revoluciones, intento en estas
reflexiones dar un poco de luz, en este periodo denominado por los tecnócratas
del capitalismo como el fin de la historia, el ocaso de las ideologías y la
victoria final de la economía de mercado, reeditando con nuevas etiquetas
fetiches ideológicos, para hacernos perder la memoria, cuatro decenios después
del boom del periodo de pos-guerra.
En el marco de un
orden mundial caracterizado por la globalización económica, de alta tecnología
– cibernética, donde los mecanismos de explotación se perfeccionan,
convirtiendo al hombre en un ser alienado, en una pieza más de un engranaje
industrial; asimismo configurando un panorama en las relaciones internacionales
de inequidad que contribuyen a hacer más profundo la brecha entre países ricos
y pobres; originando conflictos sociales internos y la destrucción del
ecosistema del planeta.
Bajo estas
circunstancias, nunca antes como en este momento resulta tan oportuno y
necesario llamar la atención de problemas tan cruciales en nuestra historia,
como los fenómenos de violencia generalizada que padecemos, y nuestro
compromiso y responsabilidad de educadores de hombres que construyan sus vidas
a partir de su propia actividad cotidiana y la realidad de su entorno, para una
práctica democrática; y la democracia no es posible si no se enseña a pensar
por sí mismo, a ser autónomos y críticos.
Es indudable que
esta comedia amarga que llamamos patria, la violencia, es el resultado de las
profundas desigualdades sociales en que se ha debatido por centurias nuestro
pueblo, donde tenemos la miseria y la ignorancia como vocación histórica de los
desposeídos.
En nuestra
Patria, en donde el miedo, el dulce terror que alimenta desde su nacimiento a
las gentes buenas, están acabando por imponerse; si no somos lo suficientemente
capaces de detenernos, para asumir una posición enérgica y decir un
“Ya basta” a la mentira que hoy gobierna nuestra historia, donde el fraude y la
corrupción política, se imponen como idiosincrasia nacional, con una justicia
prostituida y la ausencia de toda ética.
No es posible que
en este mundo de ilicitud e impunidad, el miedo juegue un papel importante en
nuestras vidas, el miedo a permanecer como espectadores sea mayor a encontrar
un punto común, algo que pueda unirnos para transformar esta comedia en
historia. Hacemos parte de una sociedad civil, instalada en la comodidad del
nada hacer, el sentarse a esperar, a observar; o sea una comunidad humana no
problemática, que suprime la duda y la necesidad de pensar por sí mismo;
y lo que es peor, vivimos en una sociedad donde en lugar de discutir un
razonamiento, se le reduce a un juicio de pertenencia al otro –y el otro es en
este sistema, es sinónimo de enemigo, y este sistema se desarrolla
peligrosamente hasta el punto que ya no solo rechaza toda oposición sino
también toda diferencia: el que no está conmigo, está contra mí, y el que no
está completamente conmigo, no está conmigo.
Asistimos
entonces a una verdadera ola de escepticismo, del no respeto a la expresión
ajena, se olvida entonces que la critica a una sociedad injusta, basada en la
explotación y en la dominación de clases es fundamentalmente correcta y que la
lucha por una sociedad igualitaria, sigue siendo necesaria y urgente.
Sin embargo todos
debemos aprender esta lección de horror que es nuestra historia, la lección nos
enseña, no cedamos ante el odio, luchemos contra la violencia, pero con la
firme convicción que ello signifique justicia social y democracia; para así
tener una respuesta a nuestra responsabilidad moral ante la humanidad. Todos
debemos recordar esto, y seguiremos convencidos de que tiene que haber un
futuro, a pesar del pasado y presente de nuestra historia de horror, porque no
quiero que mi pasado sea el futuro de la próxima generación, la cual tiene derecho
a vivir en paz.
Luchar por
la Paz, la Tolerancia, la justicia y los derechos humanos, esperando que estos
principios gocen de reconocimiento general, y se graben en lo más profundo de
nuestros corazones, en la conciencia y el pensamiento. Por estas razones
¡Compañeros! Los convoco a construir unidos nuestra verdadera historia, el país
más grande, el árbol más frondoso, vive de lo que tiene debajo, la raíz de la
búsqueda del tiempo perdido, la memoria social de la historia, es importante
para cualquier proyecto de desarrollo, el hombre no puede actuar como un
autómata, tiene necesidad de un respaldo espiritual y moral, de una idea, de la
convicción de un proyecto de vida.
Nuestra misión
como docentes: debemos estimular una relación humana inquietante y perdurable,
que estimule nuestra capacidad de luchar y nos obligue a cambiar para hacer una
sociedad en que sea realizable y necesario trabajar arduamente para hacer
efectivas nuestras posibilidades, para ello es preciso combinar el entusiasmo y
la crítica, el amor y el respeto.
Por estas
altísimas razones los convoco a un trabajo creador, difícil, capaz de situar al
individuo a la altura de las conquistas de la humanidad, porque en medio del
pesimismo de nuestra época, se siguen desarrollando el pensamiento de las
Ciencias Sociales, su filantropía, las artes y la literatura. En medio
del pesimismo de nuestra época surge la lucha de nuestros hombres, que la vida
no les permita instalarse en una opción definitiva, sino que exige nuevas
búsquedas y realizaciones; surge la rebelión magnifica de las mujeres, que no
aceptan una situación de inferioridad a cambio de halagos y protecciones; surge
la insurrección desesperada de los jóvenes, que no pueden aceptar el
destino que se les ha fabricado.
Este enfoque nuevo nos permite decir como Fausto:
“También esta noche, tierra,
permaneciste firme
Y ahora renaces de nuevo a mí
alrededor,
Y alientas otra vez en mí
La aspiración de luchar sin
descanso
Por una altísima existencia”
Bibliografía:
Castro Haydar Alfredo, “Crisis
y perspectiva del Socialismo” Amauta, agosto 1995
Zuleta Estanislao, “Elogio de la Dificultad” conferencia que presentó al acto mediante el cual la Universidad del Valle, le otorgó el título de Doctor Honoris Causa en psicología, noviembre de 1984
Algunas anécdotas de estos 25 años de mi aniversario de
grado como licenciado en Ciencias Sociales y Económicas de la Universidad del Atlántico:
Una primera asociada a nuestra labor docente, como manifesté en primer día de clases con los estudiantes en la reunión comunitaria de 2020: “Si la escuela, no nos hace feliz, no sirve, bienvenidos a la felicidad”. Confieso soy feliz con mi profesión. Segunda, al momento de iniciar mi participación en el concurso en que fui nombrado, después de dos intentos fallidos, la tercera es la vencida, asumí esta cita bíblica en el proceso: “Los que confían en Dios siempre tendrán nuevas fuerzas y podrán volar como las águilas; podrán correr sin cansarse y caminar sin fatigarse” (Isaías, 40, 31). Ciertamente al momento de verme en la lista de los nombrados, se vino a mi mente la cita anterior y una alegría infinita en el pecho que surgieron gotas de sudor del alma. En la armonía cósmica tiempo espacio, mi grado 22 de diciembre de 1995 y posesión ante Secretaria de Educación 22 de diciembre de 2000
... ¡Gracias Totales! a todas las personas que han
permitido mi labor docente, compañeros docentes, directivos, estudiantes,
padres de familia…y “Se logra con que se piensa, deber ser de nuestra ciencia”
Por último ¡Gracias infinitas a Dios! Citando el salmo 116:
Que puedo devolverle a Dios?
Por las bendiciones que el derramó en
mi
Levantaré alto la copa de la
salvación
Que es un brindis hacia Dios
Cumpliré la promesa que le hice
De escuchar mi corazón
Salmo 116
Versión: Dios Habla Hoy
12 ¿Cómo podré pagar al Señor
todo el bien que me ha hecho?
13 ¡Levantaré la copa de la salvación
e invocaré su nombre!
14 Cumpliré mis promesas al Señor
en presencia de todo su pueblo.
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